Si la relación que tenemos con el entorno es de miedo, nos da ansiedad. No tenemos ansiedad por aquello que nos pasa sino por aquello que pensamos que nos pasa. Las situaciones que nos ponen ansiosos no se pueden predecir porque se perciben como amenazantes por la persona.
Desde el útero podemos ser afectados por el estrés de nuestra madre, que se trasmite al cuerpo del feto. La sobreprotección y paternidad ansiosa afecta a los niños, consiguiendo que la capacidad de autoeficacia se disminuya porque las personas no toleran el estrés y del miedo presentan ansiedad.
La ansiedad es una respuesta adaptativa como mecanismo de atención, alerta, preparación y protección frente al peligro, donde el miedo se percibe como amenaza. Puede llegar a convertirse en una respuesta desadaptativa y constituirse en un trastorno psicológico altamente incapacitante.
Nuestro cerebro interpreta un peligro a partir de un pensamiento, de ahí el cuerpo reacciona en consecuencia. Por esto se aumenta la frecuencia cardíaca, las palpitaciones, dolor de estómago o de cabeza, fatiga por estar constantemente nervioso, por ejemplo.
En los trastornos psicológicos de la ansiedad lo común es el miedo que se experimenta. Por ejemplo, en el trastorno de ansiedad generalizada (TAG), la persona cree que no podrá hacer frente a los pensamientos porque se ven amenazantes y se llena de miedo. Preocuparse es su pasatiempo principal y se vuelve algo crónico. Este trastorno necesita de ayuda psicológica y también psiquiátrica, para realizar un tratamiento combinado con psicoterapia y ayuda farmacológica que contribuya a mejorar los síntomas de la persona ansiosa.
En los siguientes trastornos psicológicos aparece el miedo fuerte que puede sentir una persona cuando siente ansiedad. Son sus pensamientos basados en miedos que le hacen ponerse ansiosa frente a situaciones que se consideran amenazantes.
Por ejemplo, en un trastorno de pánico se experimenta un miedo intenso donde la persona que lo padece cree que está teniendo un ataque cardíaco o piensa que se está volviendo loco, por la desesperación que siente. En este caso es de gran ayuda la terapia psicológica, para revisar qué está ocasionando el pánico y ayudar a disminuir los síntomas de un ataque de pánico.
Por su parte, en las fobias se tiene un miedo extremo a una cosa en particular, donde la persona no se preocupa pensando en lo que le causa fobia todo el tiempo. Son menos propensas las personas fóbicas a entrar en terapia, aunque hay terapias psicológicas especializadas para tratar las fobias, que pueden ayudar a manejar los síntomas.
En cuanto al trastorno de ansiedad social, hay un miedo intenso a ser visto, criticado, y juzgado por otros. Es común que la persona sienta miedo de ir a fiestas, hablar en público, ir a reuniones o tener miedo de contestar el teléfono. Como síntomas puede haber palpitaciones, desmayos y ruborización, entre otros. Este trastorno requiere de ayuda psicológica para que la persona desarrolle habilidades sociales y pueda afrontar sus temores ante lo social.
Referente al trastorno obsesivo y compulsivo (TOC) la persona puede sentir un miedo a ser contaminado por gérmenes, lavarse las manos o encender o apagar las luces varias veces en forma de un ritual, por ejemplo. Los pensamientos recurrentes sobre obsesiones acompañan a los rituales.
También es importante buscar ayuda psicológica e incluso psiquiátrica, para hacer un tratamiento combinado que ayude a mejorar el bienestar de la persona que padece TOC.
En resumen, se recomienda la ayuda psicológica y en algunos casos la ayuda de un psiquiatra para tratar los trastornos relacionados con la ansiedad, con el fin de hacer un tratamiento conjunto entre ambas disciplinas para ayudar a los pacientes de una manera más integral.
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