Después de una infidelidad en la relación de pareja, es común que la persona herida piense en la venganza o en la injusticia que le han hecho con el engaño. El proceso de perdón no implica el abandono de la búsqueda de justicia ni dejar de defender los derechos de la persona que fue engañada.
En psicología, el perdón es un proceso terapéutico que consiste en el cambio de conductas destructivas voluntarias dirigidas contra el que ha hecho daño, por otras constructivas.
Para perdonar es preciso comprometerse por el propio interés con el pensamiento de desearle lo mejor a la otra persona, aunque sea solamente que recapacite y no vuelva a hacer daño a nadie o deseando que le vaya bien en la vida.
Se debe tener presente que el perdón no incluye una reconciliación obligatoriamente, no implica olvidar lo que ha pasado ni tampoco se trata de levantar la pena al infiel y que no sufra las consecuencias de sus actos.
Perdonar no es síntoma de debilidad, no se trata de dar permiso al otro para que vuelva a hacer daño, sino que se puede perdonar cuidando de que no haga daño de nuevo.
El proceso de perdonar se desarrolla muy lentamente y continua a lo largo de la relación de pareja. Por ejemplo, tal vez ahora se puede perdonar 10% de lo que hizo la pareja, y mientras ambos reconstruyen la relación se puede perdonar otro 70%. En una relación de pareja, cada uno da lo que es capaz de dar y lo que la pareja se gane para ir reconstruyendo la confianza en la relación.
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