Existen 5 heridas emocionales que nos impiden ser nosotros mismos. Estas heridas emocionales son: herida de rechazo, herida de injusticia, herida de traición, herida de abandono y herida de humillación.
Una persona con herida de rechazo cree profundamente que no vale nada o que vale poca cosa. Se siente insatisfecho por lo que es y tiene muy poca autoestima. Se percibe distinto al resto de la familia. Se siente aislado de los demás e incomprendido por ellos y por todos los seres humanos en general. Ha desarrollado varias estrategias de huida la droga, el alcohol, dormir marcharse precipitadamente juegos virtuales, etc. Se aísla del mundo exterior, para refugiarse en su propio mundo imaginario.
También estando en grupo, habla poco y se aparta porque tiene miedo de molestar o de no resultar interesante. Pero en presencia de alguien que levanta la voz o que se vuelve agresivo, abandona rápidamente la escena, antes de entrar en pánico.
El niño que sufre rechazo desde su nacimiento cree que, si no hace ningún ruido, será amado y valorado. Sin embargo, después de algunos años se empieza a sentir más y más rechazado porque incluso su familia se olvida de que existe. Entonces decidirá rebelarse, lo que hará brotar la herida de injusticia.
La persona que padece la herida de la injusticia, ha sido humillada por uno de sus padres o cuidadores y ha aprendido que no tiene derecho a decir cosas que puedan perjudicar a otros. Es alguien que conoce sus necesidades, pero nunca las escucha, pues cree que debe sacrificarse para ganarse el cielo. Se siente fácilmente sucio o indigno. A veces siente asco de sí mismo. Incluso puede engordarse con facilidad para así tener una razón por la que no disfrutar con sus sentidos. También tiene el don de hacer reír a la gente, burlándose de sí mismo, humillándose.
Quien sufre la herida de abandono, le aterra la soledad, busca la presencia y atención de los demás y necesita sentirse apoyado por su entorno. Siente con frecuencia tristeza profunda, empatiza fácilmente con los demás, identificándose con sus emociones. Tiene altibajos de ánimo, donde un día está alegre y otro triste. Además, tiene dificultad para terminar sus relaciones y no tolera quedarse solo, tanto que a medida que envejece le angustia la idea de quedarse solo.
La persona que padece la herida de traición, fue un niño decepcionado que ha sufrido por no haber sido calmada su necesidad de atención por parte de sus padres. Ha perdido la confianza en sus padres después de haber sido testigo de promesas no cumplidas, mentiras o señales de debilidad. Considera a este padre irresponsable. Es la persona que hace todo por convencer a los demás que tiene una fuerte personalidad. No está en contacto con su propia vulnerabilidad y busca mostrarse fuerte y le interesa que los demás sepan de lo que es capaz.
Asimismo, hace esfuerzos para que lo consideren una persona responsable, buscando ser especial e importante. Por esto, busca los honores y los títulos para acaparar mucho la atención dentro de un grupo. Su reputación es muy importante, y si la siente amenazada, no dudará en manchar la de otra persona. Miente sin esfuerzo para salir de una situación comprometida, pero no soporta que le mientan. Espera mucho de los demás y es exigente. Cuando delega, exige que todo se haga a su manera y a su ritmo para mostrarse superior e importante. Es rencoroso por lo cual puede acabar una relación bruscamente, sin previo aviso y no contactar de nuevo durante mucho tiempo.
La persona que tiene la herida de injusticia fue un niño que ha sufrido la frialdad del padre del mismo sexo. Reacciona poniendo limites a su sensibilidad, imponiéndose mejorar su rendimiento y ser perfecto. Quiere mostrarse vivo y dinámico, aunque esté agotado. Raramente admite que tiene problemas o que algo le molesta. Es un gran optimista que siempre quiere parecer positivo. Se controla para parecer perfecto y para corresponder al ideal que se ha fijado o al que cree que los demás tienen de él. Hace lo necesario para controlar su ira, por miedo a perder el control. Es rígido, no quiere sentir, por lo cual muestra muy de vez en cuando sentimientos porque no sabe gestionar su gran sensibilidad. Puede aparentar ser frio o insensible si así cree y aparenta ante los demás que nada le afecta. Sus conocimientos son más importantes que sus sentimientos.
La herida de injusticia nos ayuda a no sentir la herida de rechazo, pues detrás de esta herida está la de rechazo.
Se recomienda trabajar en psicoterapia las heridas emocionales que se padecen, con el fin de mejorar la calidad de vida y aprender a relacionarse de una manera más saludable con el entorno.
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