El duelo por suicidio es diferente a cualquier otro tipo de duelo. El suicidio es una muerte autoinfligida que puede ser inexplicable para la persona superviviente, además de repentina e inesperada. Esto genera alteraciones de pensamientos, emociones, comportamientos y físicas.
Las reacciones primarias que se tienen obedecen a cómo se encontró a su ser querido muerto, del estado en qué se encontraba su cuerpo y de la forma de la muerte. También estriba de si pudimos o no verle y despedirnos. En resumen, las reacciones primarias dependen de cómo se nos dio la noticia y del grado de convivencia o relación que teníamos con la persona fallecida.
Influye mucho de si la persona que se suicidó dejó una nota de despedida y de lo que diga la nota. Muy pocos dejan nota de despedida y los que lo hacen no suelen aclarar las causas de dicha decisión. Por esta razón es que el suicidio se considera un acto inexplicable.
Es común que los familiares no crean que la persona fallecida pudiera llevarlo a cabo, aunque lo haya intentado o mencionado en anteriores ocasiones. Por esto, en los primeros momentos se busca constantemente una explicación. Entonces aparecen los porqués acerca de cómo lo hizo, o la sensación de culpa debido que no me di cuenta o por qué no confío en mí. También es común preguntarse ¿Por qué nos ha hecho esto?, ¿cómo no ha pensado en mí, o en sus hijos? ¿No nos querías?, son cuestiones que se hacen desde el enojo.
También los dolientes se preguntan: Podría haberle salvado o podría haber hecho algo más y sienten mucha culpa al no encontrar respuestas.
En los primeros momentos se siente mucha culpa, rabia, miedo, fracaso por no haberlo evitado, vergüenza porque se siente juzgado por los demás o alivio porque se piensa ya no tiene que seguir luchando, pero esto puede generar mucha culpa.
Se tiene derecho a decidir si contar o no la realidad de lo ocurrido, con quien quiere compartirlo y con quien no, que parte de lo ocurrido quiere compartir y que parte prefiere guardarse para sí misma. Si la familia guarda silencio, se puede sufrir más al no tener a quien contar lo que se siente.
Pasado un tiempo se hace un duelo más elaborado. Se comprende que no hay una única respuesta pues el suicidio es multifactorial. Aunque el hecho de pensar sentirme mejor, puede causar en la persona una sensación de culpabilidad.
El camino hacia la recuperación se refiere a que aceptar la muerte por suicidio no es resignarse. Nunca nada volverá a ser igual, pero esto no significa no poder salir adelante.
Al recuperarse el doliente comprende y acepta que la persona sufría mucho, por razones quizás incomprensibles para los demás, pero no vio otra salida que acabar con su vida. Por esto es importante aprender a respetar su decisión, porque fue suya, así sea una equivocación, la peor de toda su vida desde nuestro punto de vista.
El sufrimiento le hizo creer que estaríamos mejor si él o ella. Probablemente pensó que con su muerte nos aliviaría de la carga que podría significar para nosotros en un futuro y que saldremos adelante.
Por esto, es importante darnos permiso de volverá reír, para disfrutar de la vida como una manera de superar el duelo por suicidio.
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